miércoles, 22 de abril de 2015

El problema está en decirle que es hermosa cuando ya lo sabe.

Se aburre de su pelo, de sus ojos, de sus piernas.
Se aburre de su amabilidad, su timidez, su dulzura.
Se aburre de que resalten cualidades que nadie más sabría ver.
Se aburre del amor verdadero. Y del falso.
Se aburre de todo porque la engañaron por ser única y ahora no quiere saberlo de labios de nadie.


Ahora vaga, hermosa y sola, por calles llenas de silbidos y piropos; de románticos y donjuanes; de sinceridad y falsedad.
No percibe la honradez por encima de los cumplidos rutinarios que la hagan sentirse especial. 
Ella es hermosa como no lo puede ser nadie, pero no es capaz de verlo porque se lo dijeron tantas veces que la realidad le aburre.

Esa realidad que la acompaña y camina con los ojos de quien la ve única y no consigue hacérselo saber.

                                                                                   Paco el Labio
Un abrazo a medias
a tu sombra.
Una lágrima
que busca salida
entre tus pestañas.
No es una ausencia,
ni una despedida.
Es un paréntesis,
con todos tus recuerdos
de golpe,
acumulándose
en mi consciencia.
Aquí dentro se está a oscuras.
Vuelve y enciende velas.
Déjame ver.

                               María M.


Barcelona

Vivo asustado en bosques sombríos sin depilar, o eso quisiera,tengo amigos en el infierno que no salen porque están vigilando al demonio, eterna vigilia de sueños y parpadeos,no estudio, finjo que sé cosas y a mis profesores les basta,vivo en este mundo de principios típicos o tópicos,depende de la situación,de sábado con pollas en vaginas ajenas, de ginebra mala y risas entre cuchillos al filo de cuellos pálidos,de balas en lenguas apaleadas y carreras de guadañasescondidas bajo faldas o telones de seda putrefacta,tengo el cielo vacío de estrellas, implosionando mierda con cada palabra que oigo de estos estúpidos,vivo en el váter, fumando, con los ojos rojos,camino de la asfixia y la paja perfecta,sin papel ni segundos para limpiarme el culo.

Así vivo, con miedo de tener tiempo para pensar,no vaya a ser que escriba algo que merezca la pena.


                                                                              Jesús Murga

domingo, 15 de marzo de 2015

Reformulen las preguntas,
no se fíen del polvo
que cubre sus cuerpos.

La verdad nunca lo fue,
y lo más cerca que estaréis de ella
es una patraña idealizada,
un deseo fugar,
inalcanzable.

                           Alejandra S.

http://wewerelikestrangers.blogspot.com.es

miércoles, 25 de febrero de 2015

Dile a mi corazón que no lata,
que es políticamente incorrecto.
Aunque mis heridas se tiñan
de verdad y desconsuelo sin tu sal.

Las películas,
las canciones,
y los libros
me recuerdan que antes de nada,
después de todo,
estamos destinados a ser
dos líneas paralelas.
Sin poder tocarte
ni reduciendo la escala:[10000000:1] y seguimos
sin poder rozarnos.

No quieras darle una razón a esta hipofrenia.
Porque soy faquir
sobre los puñales de tu ausencia.
Y trapecista
sobre el abismo de esta soledad.

Pero no me pidas
que me mienta
y sea mi propio payaso
en este circo.

Que tus ojos son los focos
que me apuntan.
Y tu risa reflejada en los mios,
la mano que pide salir voluntaria.
Al fin y al cabo la cuerda floja
no es tan peligrosa
si la comparas con quererte.

                              Álex Souto

jueves, 29 de enero de 2015

A todo se acostumbra uno,
a las lágrimas de mis apretados ojos acidificando mi estómago,
a las alas marchitas de este tren que huye y personifica,
a mí, a mí mismo.
Y tengo la cama en yagas, y en canal las yagas abiertas
sobre la almohada, esperando en carnaval rescate:
olvidado, con mis carnes olvidadas,
con el grito de mi martinete sobre el fuego que fragua, fatuo aunque sincero,
donde mis uñas tiznadas de nácar negro necrosan mi lengua,
y la secuencia de un dolor, y el eco de esa boca tuya, que no besa.

Y con mil palabras que no uso, y con dos cientos poemas que no siento.

Olvidado, con la cama en yagas y la carne desgarrada,
y aún así, a todo se acostumbra uno.
Resucitado, lleno de salitre,
con el moho de mis venas cocinado a lento hervor,
los zócalos y los umbrales inquietos como niños en zaguanes,
como soga en un madero de esos techos antiguos, sin barniz,
y sin nariz, perdida de buscar cal caliente en el norte.

Lo decía cruzcampo y lo decide Dios,
porque ni una sonrisa esponjonsa, carga de mentiras una maleta llena de realidad.

(a la que se acostumbra uno)

                                                                                   Jesús Murga
                                     Nada tiene sentido en esta vida


 Hallábase el joven acostado en su cama a altas horas de la madrugada, envenenando su mente con pensamientos que no tenían ninguna importancia. Cada uno era más deprimente que el anterior y, así, llegó a la conclusión de que deseaba morir. 
No siendo consciente de ello, paseó tontamente su mano por la superficie de la cama y halló una pistola. Sin mostrar el más leve signo de asombro, es más, con la mirada aún fija en la más incierta oscuridad, sumido en la nada de su mente, se la llevó a la sien y, sin dudar un instante, apretó lo que su subconsciente le decía que era el gatillo. Oyó un disparo, y después... nada. Hacía tiempo (¿horas, minutos?, era difícil precisarlo en ese momento) que se había dado cuenta de que sentía una gran curiosidad por saber qué había después de la muerte, y ahora estaba allí: sólo, fascinado, en la más rotunda oscuridad, una oscuridad que le absorbía tanto mental como ¿físicamente? No estaba seguro de si en aquel lugar existiesen realmente espacio ni tiempo, pero eso no tenía importancia. Por primera vez en mucho tiempo sintió algo de interés por algo y comenzó a andar entre tinieblas. Anduvo lo que a él le pareció una eternidad sin un rumbo fijo buscando, siempre buscando. ¿El qué? No es algo que yo pueda responder. En cierto momento, sintió una amenazadora presencia tras de sí. Se detuvo y, creyendo que lo habría imaginado, se volvió lentamente confiando, por otra parte, en que, por fin, lo hubiera encontrado; lo que vio, sin embargo, le produjo una mezcla de terror y dubitación: resaltando con las negras inmensidades del abismo, pudo percibir la silueta, ligeramente visible, de lo que parecía un niño pequeño de ojos rasgados, que le miraba fijamente con aquella profunda y negra mirada que parecía leer su esencia como si fuera un libro abierto. El joven aguardó, sometiéndose a la honda presencia con la que aquel ser iba rellenando todos los rincones de su alma. Al fin, el niño habló:
-Has obrado según tu instinto; ahora, puedes elegir entre vivir o venir conmigo.
Entendió entonces que había llegado la hora, la hora de su Juicio. Cuando el joven le dio una respuesta, sintió como si el medio que le rodeaba estuviera sufriendo un profundo cambio; no habría podido distinguir su naturaleza, aunque se lo hubiera planteado. Vio que la silueta del niño se elevaba y, cuando estuvo a una altura considerable, su figura se iluminó y distinguió la forma de un ángel que subía plácidamente batiendo las alas y le miraba con su repugnante rostro descarnado de ojos que no podían ver nada. Se sintió caer, cayó irremediablemente, hacia lo que él creía su perdición; pero vio algo, iba a chocar, y por un momento se sorprendió al ver que era él mismo, que se acercaba a gran velocidad, después... todo se volvió oscuro, se había parado, la calma volvía a él, como una cálida presencia que le indicaba que todo había terminado. Había en este nuevo ambiente un aroma que le resultaba familiar y le seducía, como si una vez hubiera pertenecido a esa dimensión, pero hace mucho, cuando el tiempo aún era joven y los dioses aún no habían nacido. De pronto, las tinieblas se fueron disipando, dejando paso a un tono rojo anaranjado; en aquel momento lo entendió todo, supo que ya no estaba en un medio inmaterial, sino que volvía a respirar, tranquilo por haber vuelto de un tan largo e incierto viaje. Con una curiosa sensación de nostalgia y pesadumbre, abrió los ojos. Estaba allí, en su cuarto, acostado en su cama. Los primeros rayos del sol matutinos entraban perezosamente por una ventana que había junto a él. Con un bostezo, el joven se incorporó y miró a través de ésta. Las nubes viajaban despreocupadas por el cielo azul, empujadas por una fresca brisa estival. Respiró hondo y sintió como si se le purificara el cuerpo. Ya no había nada que temer; lo veía todo desde otro punto de vista. Se levantó, abrió la ventana y acogió aquella misma brisa con ansias de más, ansias de vida.



                                                                                                               Anónimo.