miércoles, 17 de diciembre de 2014

¿Qué somos
si no los temidos jardines
que nos fueron arrebatados
en el olvido?

Lo que ayer todo,
lo que ya no,
lo que mañana nada.

Cuando se condensan
como el vaho en los cristales
los efímeros recuerdos
que cuestionan hasta la luz
del final del túnel,
dejan de existir las palabras.

Ya no las hay, no,
que dibujen en la piel
la huella de tus dedos.

Se nos escapa ese punto de inflexión
que luego fue patraña
que fue serpiente susurrante
a oídas de un incrédulo
cegado por los años.

Y es por esto
por lo que yo,
te tengo a ti, mi innombrable
inmortalizado entre papeles.

Para que no te lleve
el tiempo.


                         Alejandra S.         
http://wewerelikestrangers.blogspot.com.es

Raro lo que escribo , son palabras de una loca que busca consuelo porque nadie se lo puede dar.
Alguien que se ha encerrado tanto en sí misma, que no ha dejado que las personas de su alrededor la llenen de vida, y por eso esta vacía. Porque a la única persona que le ha dejado portar ha sido con una imagen distinta. Algo que es, pero que no está en ninguna parte.
Quizás miedo, tristeza, pereza o aburrimiento. Quizás por eso, de esa imagen distorsionada, por eso de tantos espejos en la habitación y una sombra que vaga, cada vez más oscura, cada vez más encorbada, cada vez más débil.
Todos tienen algo que decir, algo que gritar al mundo, esa cosa en su interior que los mueve. Eso lo perdí por el camino y ya no tengo nada para contar. El bozal y la correa que yo misma me he ido colocando está haciendo su efecto.


                                                                                                                           Almu
Siempre supo que algún día su vida cambiaría, y ese día parecía no llegar. Y no, no llegaba y la chica comenzaba a impacientarse.
 Quería hacer mil cosas, pero la vida se le escapaba de entre los dedos, como el agua. Su vida, su única e irrepetible vida se iba, se esfumaba. Y ella, desde su cárcel, desde esa cárcel que ella misma construyó, la veía irse, y no hacía nada por retenerla, simplemente, la miraba irse.
Su sonrisa y el brillo de sus ojos se apagaban. Ya no cantaba, ni bromeaba, ni reía. Solo un semblante serio y apagado es lo que tenía para ofrecerle al mundo. Ese mundo que ella imaginaba que un día conocería, pero que cada vez le era más lejano. Más lejano y ruidoso, sin magia.
Decidió olvidar sus fantasías, sus sueños, y al renunciar a todo esto vio que realmente había renunciado a algo mayor, había renunciado a vivir, a luchar…
Pero no le importó, la luz ya no la alcanzaba, y no le importaba. No recordaba momentos felices, y no le importaba. Hasta había olvidado reír, y tampoco le importaba.




  
                                                                                                             Andrea Posada

sábado, 29 de noviembre de 2014

Al borde de la cama


Despertándote cada mañana, con el sol de la aurora dándote en la cara. Sabiendo que otro día comienza, que no sólo se tratan de otras veinticuatro horas que pasarán sin más. Tal vez sea el momento en el que cambie mi vida, en el que ésta dé un giro y cambie para siempre.

-Cada día debería vivirse cómo si fuese el último.-

Vivir con intensidad, saber disfrutar cada instante, cada compañía, cada sentimiento y sensación que me recorre. Un día puede cambiar el resto de tu vida, cada momento cambia la totalidad de tus días. Saber asumir tal realidad nos hace libres, poseedores de nuestra propia existencia.

Pero aún no empecemos a desvelar las ideas, seamos capaces de comprender a nuestra manera sin necesidad de ayuda, de que alguien nos preestablezca lo que debemos pensar, sentir o simplemente vivir. Cada cual es capaz de entender su propia realidad, de poder digerir a su antojo cómo le vienen las situaciones y emociones que nos embriagan a lo largo de, por ejemplo, una simple mañana.

Tal vez haya sonado el despertador, no lo sé. ¿Debería levantarme? Apoyaré una vez más los pies, en el frío suelo que recubre toda la estancia. Aunque ya me encuentre en pie, aún sigo dormida. Soñando, puede ser. Nunca estaré segura de si estoy despierta o si por el contrario vivo en un constante sueño que acabará cuando me duerma, ese viaje a los brazos de Morfeo del que nunca despertaré, ese que tanto me asusta, pero que a veces tanto anhelo.

Poder entender cada momento de mi vida, me supone un reto. Saber diferenciar entre lo bueno y lo malo, lo que tengo o debería hacer, lo que no hago y por tanto al final, siempre me acabo arrepintiendo, aquello y aquellos a los que amo, a los que quiero y a los que no quiero tanto. –Odiar es una sensación demasiado extraña e incomprendida, sobrevalorada sin duda alguna.- Por suerte o desgracia, dependiendo del ángulo en que mire, dependiendo del pie con que pise por la mañana al despertar, dependiendo sin más de mi estado de ánimo, de mi único guía, aquel que me conforma, que sin pensarlo siempre está. Y ese, es mi corazón. Otro elemento sobrevalorado, al que le exigimos demasiado, y al fin y al cabo no es más que otro músculo de nuestro cuerpo, que bombea sangre, que nos hace estar vivos, gracias al cuál no podríamos sentir, amar, reír o llorar. Pero no de la forma en que todos estamos pensando, no por que él sea el que nos guíe con nuestros sentimientos, no por que sea a él a quién pedimos consejo, no a él por hacernos vivir cada momento con la intensidad con los que los sentimos. Simplemente es así, vive por nosotros, no siente ni padece, gracias deberíamos darle a nuestro cráneo y todo lo que éste esconde, todo el entramado de neuronas y circuitos que conectan cada parte de nuestro cuerpo, que segrega cada sustancia para que podamos realmente llorar, reír, simplemente sentir.

No me resulta absurdo poder decir que no actuamos nunca con corazón, que siempre nuestro cerebro, nuestra mente, nuestra razón, se encuentra siempre superpuesta, más bien, podría afirmar, que es la única que decide por nosotros, que puede abarcar cada pensamiento y cada sentimiento que nos recorre para poder unificarlos y hacer cómo somos, cómo nos comportamos, cómo actuamos ante unas situaciones u otras.

                                                                                   Cristina Morales Gómez
Que pena que una persona se vaya apagando de esa manera, olvidando cada uno de sus momentos vividos, disfrutados, llenos de tristezas y alegrías, de ilusión, de felicidad, de sinceridad, de mentiras… terminar olvidando todo lo que has vivido y ha hecho tu manera de ser.
Olvidar a cada una de las personas que alguna vez formaron parte de tu vida, familiares, amig@s, novi@s, amantes, profesores, vecinos…incluso olvidar a la propia familia que creaste…
Que pena no saber en que día vives, que hora es, si en el dia de hoy pasará algo importante…no recuerdas apenas nada…y tu yo, se pierde al final en la nada, volando hacia un fin lleno de nada, perdido, confuso, oscuro, borroso, aislado… pero para llegar a eso pasas por tantos momentos de confusión, sin saber que es lo que te pasa, sin entender a qué vino que te olvidaras de ese momento que te hizo feliz, o que no reconocieras a tu propia pareja…
Que pena olvidar el amor, ese sentimiento que tanta felicidad y alegría trajo a tu vida… que pena tener que olvidar la ilusión de formar una familiar… que pena olvidar a todas esas personas que formaron parte de ti… en fin, que pena tener que olvidar tu propia esencia, tu verdadero yo.



                                                                                                                          Anónima.
Amor, ese gran sentimiento que podemos sentir por una o más personas a lo largo de nuestra vida. Pero ¿cómo describir algo tan sincero? ¿cómo describir algo tan puro y verdadero? Muchas palabras podemos utilizar para intentar buscar una definición adecuada de este sentimiento.
Alegría, esperanza, humildad, pasión, dolor, locura, estabilidad, celos, envidia, ganas, felicidad, amistad, ilusión, posibilidad, crecimiento personal, desilusión, y así un largo etcétera.
A lo largo de nuestros años sentimos tantas veces o no, que podemos sentir el amor hacia otras personas, pero ¿qué tipo de amor? Podemos decir amor por una madre, por un padre, un hermano, una pareja, un amigo, incluso por una mascota, ¿Por qué no?
Pero yo aquí me refiero al amor por esa persona que te hace perder por unos instantes la cabeza, que te hace desaparecer a otro mundo, que te hace subir al cielo y te hace sentir tan bien cuando piensas en ella o él. Esas mariposas en el estómago a lo largo del día cuando sabes que vas a ver a esa persona. Pero también es esa persona a la que jamás podrás tener, a la que a pesar de amarla no te es correspondida y te hace sentir mal, con ganas de llorar todo el día, con esa desilusión, que te quita las ganas de todo, pero aun así le sigues queriendo, aun así sigues queriendo tenerla en tu vida.
Cuando somos adolescentes y empezamos a tener parejas tenemos un ideal adecuado, y quien no se parece a ese ideal, que ni se acerque porque no le queremos, queremos ser populares y estar con personas guapas, con buen cuerpo… muchas veces nos preocupamos mas por el físico que por la personalidad en sí, y después cuando consigues estar en pareja con esta persona, nos desilusionamos porque no es como queríamos que fuese personalmente. Con el paso de los años vuelves a repetir esa misma acción, pero cada vez aprendemos más y más rápido, y cuando entramos en la juventud, nos fijamos ya también en la personalidad de esa persona, porque buscamos algo estable, que nos haga ilusionarnos, pero que esa ilusión se alimente cada día, esa pasión que no se cansa de existir. También sentimos esas mariposas en el estómago, pero es otra manera de sentirlas. Es otra forma de vivir el amor, una forma más pura y sincera.
El amor no es un camino fácil por el que andar, está lleno de baches, de piedras y clavos que nos hacen detenernos, caernos y tropezar, pero con la ayuda de la otra persona que nos complementa somos capaces de proseguir, de levantarnos y seguir luchando por este gran sentimiento que nos hace sentir bien, que nos hace estar feliz, aunque a veces queramos abandonar. Hay que ser fuerte, y luchar verdaderamente por conseguir ese amor tan esperado después de tantos esfuerzos, después de tanto tiempo. Y sobre todo disfrutar del objetivo logrado.


                                                                                                                                   Anónima
La cabeza llena
de soles en África,
son palabras vanas
esclavas
y sin lágrimas.

No busco la calma,
ni malaria
ni fanfarria.
Es la desconfianza,
que te hace ser un animal.

Y si pasa
sin la cama,
sin escamas
ni pintadas,
no deja de ser una falsa.
Tan maldita.
Tan tarada.



                 Anónimo
Por el puente de Triana
la procesión va bajando,
con las velas encendidas
al paso acompañando.
La voz rota le cantaba
a la figura vestida
ataviada con las joyas
que tapaban sus heridas.
Y al ritmo de las trompetas
en aquella madrugá
otro santo de la tierra
escupiendo sangre está.
A patadas en su abdomen
tumban al hombre en el prado.
Pobre santo terrenal,
por Dios está abandonado.
Morados capirotes y
mujeres con su mantilla
tiñen los puentes y calles
de la beata Sevilla.
Mientras tanto el mendigo
suplicando por su vida
tiñe de rojo la hierba
a manos de su homicida.
Las cornetas van clamando
al son de las plañideras
el paso de los creyentes
cubre todas las aceras.
Los cofrades van descalzos
cumpliendo su penitencia,
una semana por año
costumbre es esta sentencia.
Nadie canta al moribundo
ni lloran su lenta marcha;
los que le hirieron de muerte
hicieron de él escarcha.
Al ritmo de los tambores
se apagan sus latidos.
Sevilla queda en silencio
sólo roto por ladridos:
quizás llore antes la muerte
cualquier perro abandonado
que la procesion que sufre
por un ser inanimado.
Va muriendo el jueves santo,
la luna muere en el río
al igual que el pobre hombre
cubierto por el rocío.
No le cantarán saetas,
sólo caerá en el olvido
de la Sevilla cristiana
que nunca ha sentido.



                                  Ivana Delgado

viernes, 28 de noviembre de 2014

Maquillate y olvida quien eras en casa,
La noche es de quien la vive,
Los muertos, quien los enterrara.

Eres joven y lo saben,
Tienes ideas de lunatica,
Aticos con vistas al cielo,
De los que dicen que nadie visitaba.

Bebes de la misma copa que todas,
Descubres que la miel es amarga cuando la pruebas sola,
La lengua, un organo que jamas se sacia por su propio modo.

Besa como si nunca lo hubieras hecho,
Hipnotizada por la musica,
Poseida por las drogas,
Te ven y piensan "que puta moda la maneja ahora".

Que ya no tienes quince,
Tienes la vida entera,
Maldades y bondades que describen tu cuerpazo,
Y nosotros de fondo, flipando,


Mientras llamas la atencion como cuando alguien rompe un vaso.

                                                                      Paco el Labio